Los sombreros de paja toquilla desde diciembre del 2012 constituyen en un Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, después de que la Unesco, aprobó su ingreso a la lista, tras haber cumplido con todos los requisitos. La organización analizó que el tejido constituye un conocimiento artesanal transferido de generación en generación y cómo las prácticas vinculadas a su fabricación procuran un sentimiento de identidad, referencia y cohesión social.
Manabí, Santa Elena, Cañar y Azuay se dedican a esta actividad, que anualmente genera ocho millones de dólares por exportaciones. Según las estimaciones del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), existen alrededor de 10 mil toquilleros, aunque únicamente hay 500 registrados en Manabí y entre 200 y 400, en Azuay.
Sin ninguna objeción de los 110 países que se reunieron, el sombrero, mal denominado ‘Panama hat’ (sombrero Panamá), recuperará su nombre original, además de que sus técnicas de elaboración serán salvaguardadas como patrimonio. “Se hace justicia histórica”, dijo María Belén Moncayo, ministra coordinadora de Patrimonio.
Hace más de dos años inició la investigación sobre los sombreros, en principio, no se buscaba postular a este honor, pero después de analizada la información se dispuso cumplir con los requisitos formales para ser acreedores al título.
En un reportaje elaborado por el diario español “El Mundo” sobre esta famosa prenda, y al que titulo “Historia de un sombrero”, se explica los orígenes del sombrero de paja toquilla ecuatoriano y que durante mucho tiempo erróneamente fue conocido como sombrero de Panamá o Panamá Hat.
Según los registros históricos la confusión de nombrar al sombrero de paja toquilla como sombrero de panamá cuando se inició la construcción del canal, vía de navegación interoceánica entre el mar del Caribe y el océano Pacífico. Los más de 50.000 obreros que trabajaban en la edificación del Canal de Panamá utilizaron los sombreros de paja toquilla para cubrirse de las intensas horas de sol que debían soportar. La frescura y delicadeza de estos sombreros los convirtieron en una prenda muy cotizada por lo que las exportaciones que se realizaban desde Guayaquil hacia Panamá cada vez aumentaban más.
Protección.
Uno de los requisitos para poseer el patrimonio inmaterial es realizar un plan de salvaguarda, que incluirá una fase de investigación, de transmisión de los saberes y de difusión. Así, se espera que en febrero arranque el censo a los artesanos, se recopile información sobre los diferentes tipos de tejido y se estudie la sostenibilidad de la materia prima.
También se buscará aumentar la enseñanza de las técnicas de elaboración. Al momento existe una escuela taller en Pile, Portoviejo, mientras que en Cuenca funciona la Casa del Sombrero y en Montecristi, el Museo del Sombrero. Finalmente, se mejorará la comercialización y se revisarán las leyes vigentes.
Su historia.
El tejido se originó en Manabí. En 1630, el indígena Domingo Chóez conjugó esta materia prima con la forma de los sombreros españoles. La actividad toquillera se consolidó en el siglo XVII cuando decayó la producción de algodón y los europeos empezaron a demandarlo como un sustituto del de paño. Los tejedores de Montecristi y Jipijapa se especializaron en la elaboración del sombrero bajo el modelo europeo.
El tejido se originó en Manabí. En 1630, el indígena Domingo Chóez conjugó esta materia prima con la forma de los sombreros españoles. La actividad toquillera se consolidó en el siglo XVII cuando decayó la producción de algodón y los europeos empezaron a demandarlo como un sustituto del de paño. Los tejedores de Montecristi y Jipijapa se especializaron en la elaboración del sombrero bajo el modelo europeo.
En 1859, la Reina de España mandó a que se organizara en Aranjuez una compañía de infantería cuyo uniforme diario contara con un ‘sombrero jipijapa’. El auge exportador generó una etapa de bonanza económica. Hacia 1863 salió desde el Puerto de Guayaquil la increíble cifra de 500 mil sombreros anuales.
Para 1854, el valor de la exportación del sombrero superó al del cacao, siendo aquel año el producto que mayores ingresos le dio al Estado ecuatoriano. Momentos claves en los que se dio una notoria alza en la producción toquillera fueron la Exposición Mundial de París (1855), en la que se promocionó el sombrero ecuatoriano que, a finales del siglo XIX, con la construcción del Canal de Panamá, generó una gran demanda.
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